Cañones de lodo y sal







…y he vuelto a caminar por veredas solitarias, tal y como comencé este viaje, tal y como lo concluiré, insensata mirada al sol, cara expuesta a las inclemencias, sintiéndome vivo a cada paso. Y he vuelto a descubrirme bajo cada piedra, sobre cada hoja, en el rumor del cercano arroyo, pegado a la corteza de cada árbol, muerto, silencioso, oscuro y adornado de fúnebres tonos pero también vivo, atronador, luminoso y ataviado de vivos colores. Y he vuelto a sentir la lluvia de otoño sobre mis hombros y los pies embarrados de mil lodos y la tos vivificando mis pulmones y los brazos doloridos de sentirse libres y los ojos…y los ojos sonrientes de ver lo que creían haber perdido.
Y he vuelto a navegar en mi bajel pirata de cañones herrumbrosos, de velas agujereadas, palos astillados y casco podrido. Y he vuelto a sentir la espuma en mi cara, el viento en el pecho, el frescor del agua salada en mis pies  y la tormenta sobre mi cabeza mientras mi barco quiebra las olas furiosas que lo acunan y lo amparan, que lo odian y lo rasgan. Y marcaré el rumbo que quiera, sin quejas, sin dudas, sin miedo y me dejaré mecer por el viento y las olas y me abrasará el sol y llegaré, por fin, a puerto sintiéndome derrotado pero orgulloso de haberlo dado todo y no cargar con nada para el último viaje.

Jto