Olas de sal y vida







No quiero manzanas mordidas por los dientes afilados de falsas Evas. Ni quiero serpientes que, enroscadas, sonríen desde árboles de arcanos conocimientos. Ni quiero paraísos soñados, escondidos, perdidos, sin caminos. Ni quiero el arcoíris que anuncia la muerte de las lluvias como el neón luminoso de una céntrica ciudad. Ni quiero el rumor de la arena de las playas en que se alejan las olas.


Quiero la palabra que me ofrezcan tus labios y la entereza de saber que es lo que siempre había esperado. Quiero los perros de la experiencia, del dolor, del error que me fortalecen y me hacen ser mejor de lo que soy. Quiero campos nuevos en los que hollar sendas, sembrar jardines. Quiero el tabalear de la lluvia en el alfeizar de la ventana, el fragor del trueno sobre un tejado de cañas, el fucilazo imprevisto del rayo sobre el monte. Quiero los mares que vomitan olas que se arrollan unas a otras, que golpean acantilados y los convierten en playas.

                                                                                                                                                                            Jto

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