Alimentando
migrañas estoy sentado
en el alero
de una mañana que no es mía.
Inconsciente
las cebo y ellas en celo
revolotean tornando
sus alegrías
en espuma de
océanos lejanos.
A lo lejos,
apuntando sus aristas,
rocas preñadas
de sospechas
y árboles
cuyas ramas secas
funesto consume un triste
fuego
trémolo de
hojas muertas.
Qué distinta sería esta mañana
si ahora volvieras
a mirarme
como anoche
me mirabas
cuando yo, con
camelos de hombre,
medias
verdades y mentiras vanas
conseguí lo
que deseaba.
Jto
No hay comentarios:
Publicar un comentario