Ciego





Asomado al balcón de tus ojos
contemplo la noche que desnuda
yace ligera y gentil, serena y muda,
en un montón mugriento de harapos.

Risueña te contoneas “¿qué quieres?”
Y yo, ciego y sin apartar la mirada
doy otro trago, pego otra calada,
“Lo que entre las piernas tienes”.

Y comienza la incruenta batalla,
el vaivén, el “¿qué me haces?”,
los gemidos, los sudores
y el cacharro que me estalla.

Y tomas de nuevo la iniciativa
y me amorro sediento a tus pechos
y sin registrar no dejo un hueco,
princesa, y ganamos la partida
dejando las sábanas para trapos.


                          Jto                  

No hay comentarios:

Publicar un comentario