Recogiendo las llaves de la mesa, clavando tormentas en mi corazón con un “búscate otro perro”, salí para no regresar. No volví la vista atrás ni cuando me siguieron los pasos del recuerdo, ni cuando las uñas de la desesperación se aferraron a mis hombros, ni cuando me vencieron la autocompasión y el egoísmo y los asesiné, fratricida, con ron, ni cuando volví a ser yo olvidando quien fui. El tránsito fue salvado por mujeres a quienes conocí, quienes no sabían quién era yo, a quienes yo no conocía y a quienes, en su mayoría, ya he olvidado. Humano, demasiado humano, todo un dios, diría el Filósofo.
Jto
Tu talento no tiene límites Justo. Si algo tiene de bueno el desamor es la inspiración para crear escritos bellos.
ResponderEliminarTú sigue dando guerra... pero del tipo de revolucionar los sentidos.