Naranja






Yo ya no quiero medias naranjas ¡qué estupidez! ¿Para que voy a querer media naranja si me apetece una naranja entera? Siendo yo tomate, y no me corto, tengo todo el derecho de solicitar una naranja en condiciones, sin cortes, con todo el zumo, con sus redondeces, pero sin rabito que me da grima. Ya veis, soy un tomate, pero muy señorito así que exijo calidad…bueno, la calidad la exijo porque con mi daltonismo tengo que asegurarme que no me dan pomelo por naranja. Si, sé que hay más variedad en el mundo frutal: el dulzor de la sandía, el exotismo de la papaya…pero yo me quedo con mi naranja. ¿Conservador? Quizá, aunque donde esté ese punto de suavidad moderado por unas gotitas de acidez, ese no saber si es la siguiente pipa la que te atragantará, ese no perder la compostura aun bañada en nata, chocolate o licor, uhmmmm…¡¡¡Que quiero mi naranja!!!


                                                                                                                                             Jto

Mercadillo






   Que ya me pesa el saco de los errores y más me pesa la arrogancia de que los cometería de nuevo, cada uno de ellos, pues sin ellos no sería yo y no tengo años ya para descubrir quien coño sería. Por eso he montado este puesto de abastos, esta mesilla de trilero para que cada uno coja lo que más le guste. Hay para todos, no os empujéis pues quedaréis saciados. Os ofrezco un puñado de enfados con esos amigos que me dijeron la verdad, un montón de besos a los que no supe responder que di a destiempo o a quien no los merecía. También tengo en oferta un par de docenas de abrazos que jamás agradecí: seguro que hay talla para todos. De sonrisas tengo pocas pues les cuesta crecerme dentro, hipócritas ninguna, al menos las que tengo son sinceras aunque no salieron cuando debieron. Tengo también cerca de una tonelada de palabras que hirieron a quienes me querían que solté como una jauría de podencos que no supe o no quise guardarme que dije sin pensar o pensando herir con lo que decía. También tengo collares cuyas cuentas están hechas con el fango del infierno: los fabriqué con mis más negros pensamientos ¡alguno habrá de vuestro gusto! ¿El precio? Tan solo me conformo con que no me paguéis con la misma moneda. Guardaré para mí el zurroncillo lleno de agujeros que robé para llevar mis alegrías.

Desconocida

 
No me mires así, mujer, que me desato y suelto no respondo de mí que para pararme tuve ayer tiempo y hoy no es momento sino para ti. ¿Y si al alba somos dos desconocidos? Aun recordaré que la noche nos lo dio todo y, si algo quiso guardarse, se lo arrebaté a punta de labios bandoleros. Todo por una mirada, te advertí, que me compró el alma y me dejó vendido. Y volveré a tomar al asalto ese cuerpo que me ata el corazón y moriré entre esas piernas y levantando la cabeza tomaré otra calada de tu aliento, sustento y alimento de mi ser. Y volveremos a dejar como un síndone las sábanas gastadas que nos cobijan y nos reíremos al sentir correr los potros por las venas. ¿Y si al alba somos dos desconocidos? Haremos lo posible por volver a conocernos.

                                                                                                                                                Jto