Encalados de Tristeza





La felicidad viaja en sacos de arpillera llenos de agujeros y cuanta más se quiere llevar, menos dura dentro. Sin embargo, obstinados, topamos con el muro del desprecio, cimentado sobre el desdén y encalado de tristeza, y topamos digo, una y otra vez, tratando de derribarlo cuando no hacemos más que quedarnos pegados a él, a su sombra letal, como moscas en un tarro de miel. Si en verdad quisiéramos ser felices, bordearíamos esa tapia para alcanzar la alegría que habita fresca en el pozo de la sabiduría.


Jto           

Pasos



Recogiendo las llaves de la mesa, clavando tormentas en mi corazón con un “búscate otro perro”, salí para no regresar. No volví la vista atrás ni cuando me siguieron los pasos del recuerdo, ni cuando las uñas de la desesperación se aferraron a mis hombros, ni cuando me vencieron la autocompasión y el egoísmo y los asesiné, fratricida, con ron, ni cuando volví a ser yo olvidando quien fui. El tránsito fue salvado por mujeres a quienes conocí, quienes no sabían quién era yo, a quienes yo no conocía y a quienes, en su mayoría, ya he olvidado. Humano, demasiado humano, todo un dios, diría el Filósofo.

Y no he muerto que me acuerdo de la lluvia y me acuerdo del viento y de caminos cubiertos de hojas secas y de abejas zumbantes de almas cubiertas de polen y de la risa de la fuente que calienta la tarde y de rayos de sol que tatuaban mi piel con su capricho. Y no he muerto que seguiré dando toda la guerra que pueda hasta que ya no pueda más y eche a volar sobre el adiós de un sol rubicundo de lacios cabellos que se despida tras la tormenta.


Jto               

Ciego





Asomado al balcón de tus ojos
contemplo la noche que desnuda
yace ligera y gentil, serena y muda,
en un montón mugriento de harapos.

Risueña te contoneas “¿qué quieres?”
Y yo, ciego y sin apartar la mirada
doy otro trago, pego otra calada,
“Lo que entre las piernas tienes”.

Y comienza la incruenta batalla,
el vaivén, el “¿qué me haces?”,
los gemidos, los sudores
y el cacharro que me estalla.

Y tomas de nuevo la iniciativa
y me amorro sediento a tus pechos
y sin registrar no dejo un hueco,
princesa, y ganamos la partida
dejando las sábanas para trapos.


                          Jto                  

Venas



Nubarrones polícromos danzan ante mi mirada extraviada. Las ranas continúan su croar en un charco de sebo y sangre. Grillos del tamaño de perros persiguen a unas ovejas iridiscentes que charlan del paso del tiempo mientras huyen despavoridas. Alguien me habla pero no puedo verlo, apenas puedo moverme, me cuesta respirar y tengo el corazón a punto de reventar. Sin embargo, me encuentro de la ostia. No hay miedo. A esto pertenezco y no soy más ni menos que ello, somos uno, miseria e insensatez, alegría y cobardía. Lo que corre por mis venas no es sangre; es más ligero, lo noto en su fluir o mejor dicho, en su correr. Lo percibo de pronto cuando se abren grietas en mis brazos y de ellas surgen largas formaciones de hormigas que, trepando por mis brazos, pretenden alcanzar mi cabeza. Jaja. Río y me vuelvo a jurar que mañana no me drogaré.

Jto        

Mi Reino




Sentado en la borda de mi barco pirata, con los pies desnudos acariciados por el viento, sintiendo aun el fragor de la batalla como un eco, derramo sueños y miedos sobre las olas. Recuerdo como entraba al alba por tu ventana y robaba la escarcha de tu corazón, moría entre tus brazos, vivía entre tus piernas y aullaba a la mañana lo tonto que me tenías. Coronado de tormentas y arropado por el viento me dejaba llevar al infierno, mi reino, y clavaba las pezuñas para que no me arrastrara la bondad. Entonando melodías desconocidas acompañaba unos tragos que robé y del pan de la alegría comía migajas, con cuidado, pues solo lo bueno mata. Si algo ocurre, si algo bueno puedes darme, lo destrozaré, lo haré desaparecer para que nadie sepa que tengo lo más preciado. Sólo yo conoceré tus dones.

Jto               

Pa´ti tengo de to




Tengo todos tus recuerdos endulzando mis rincones
y amor a esportones para que el roce nunca muera
y abrazos por si acaso el agravio se te acerca
y miel fresca para tus labios de abejas de luna llena
y reflejos para el ladrón de mañanas soleadas
y estrellas para tu jergón que te acaricien al alba
y ríos donde ahogar tu sed y nadar junto a sus lamias
y jaleo para tus pies y silencio para tu calma
y una rama de mi voz con racimos de palabras
que al corazón lleguen y que del corazón salgan.
Para ti tengo de todo y si algo amarga
cultivo en un cajón azúcar de caña,
para ti tengo de todo y algo más
que guardo en el cielo donde te espero
para cuando quieras conmigo volar
que sabes que yo sin tus ojos me pierdo
en la oscuridad y me la pego,
si tú no estás y beso el suelo.
Soñando ando al acecho para ver al viento jugar
en los picos de tus pechos cuando llega la madrugada
y en campos de amapolas hago trenzas para tu pelo
y me camelo a deshoras a la aurora para tus vuelos
y en regatos monto olas que balanceen nuestros cuerpos.

SÍNKOPE (pa´ti tengo de to (te haces viento))

Alimentando Migrañas



Alimentando migrañas estoy sentado
en el alero de una mañana que no es mía.
Inconsciente las cebo y ellas en celo
revolotean tornando sus alegrías
en espuma de océanos lejanos.


A lo lejos, apuntando sus aristas,
rocas preñadas de sospechas
y árboles cuyas ramas secas
funesto consume un triste fuego
trémolo de hojas muertas.

Qué distinta sería esta mañana
si ahora volvieras a mirarme
como anoche me mirabas
cuando yo, con camelos de hombre,
medias verdades y mentiras vanas
conseguí lo que deseaba.

Jto                      

Recuerdos




Rebuscando en los cajones de mi memoria hallé algunas cosas que creí perdidas: el agradecimiento de un amigo por algo que hice sin saberlo, un par de abrazos sinceros, cientos de besos que sentí que me vendían y unos besos que dejé olvidados en cualquier rincón, unas palabras de más y otras muchas de menos, gestos que me desanimaron y palmadas en la espalda que me impulsaron, un rayo de luz entrando por la ventana de la cocina cuando era un niño, el blancor de la primera nieve, gritos sin concierto, lágrimas de rabia y de dolor, de desamparo y soledad pero también de alegría y orgullo ajeno, docenas de noches vividas al límite y perdidas entre la bruma del alcohol, rostros de mujeres que no me amaron y otros de las que no amé, la emoción de un primer encuentro, el dolor de la ruptura, el ansia de matarme y la cobardía de no hacerlo rápidamente, la felicidad breve en los ojos de mis hijos. Todo ello, sin demora, lo apilaré y le meteré fuego y con el humo volará mi ser, el que he sido hasta hoy, y quedará alguien renovado y fuerte, alguien preparado para que le vuelvan a partir el alma.

                           Jto          

Bandolero




Cabalgué como un bandolero de trabuco, noche tras noche, asaltando todas las tascas y marcando a navaja los corazones para que no olviden.  Mis botas golpearon el empedrado de mil calles, en cien barrios de aquellas ciudades que aún no habían oído su tañir. Mi mirada se posó sólo allí donde no era bien recibida y anidó como el cuco, en nido ajeno. Mis manos derribaron a pedradas la luna y entregaron los pedazos a la furia de los charcos. Y resurgí incólume, alba tras alba, para volver a incendiarlo todo ocaso tras ocaso.


Jto        

A mi yunta le sobran bueyes


A mi yunta le sobran bueyes. Me basto y me sobro para tirar de este carro que, aunque desvencijado, está adornado de vistosos colores y cargado de las buenas intenciones que encontré entre unas zarzas por el camino. También encontré entre esas zarzas un alma que alguien había dejado tirada porque ya no le servía. Curé sus heridas con ron, recosí petachos sobre sus desgarrones con las agujas de un reloj, lavé su corazón con las lágrimas de cien mariposas y le ofrecí como alimento las migajas de las nubes que se negaron a marchar al sur. Cuando abrió sus ojos y me sonrió, no me sorprendió reconocer en ese alma agradecida a la mía propia. Sin duda, en otro tiempo, erré perdido sin la brújula de la paciencia, sin amor a mí mismo.
Ahora, mi alma y yo, como uno solo bebemos del mismo vaso y reímos y jugamos y nadamos sobre mujeres que, como las olas, no tienen nombre y vuelven una y otra vez a golpearnos sobre las viejas heridas que no acaban de sanar, que no paran de sangrar y que no dejarán de doler jamás. No hay beso sin labios ni amor sin dolor. Pero no nos entregaremos, mi alma y yo, al sufrir; no bajaremos la guardia ni golpearemos primero. Y caeremos cien veces y nos levantaremos de nuevo con la sonrisa del que sabe que nada puede perder porque nada tiene; y quemará la melancolía todo alrededor de nuestro fresco emparrado de alegría y esperanza; y el desdén nos hará muecas desde el fondo de la barra donde bebe junto a la envidia y la ignorancia. No, no nos rendiremos mi alma y yo y, como uno solo, seguiremos tirando de este carro desvencijado. A mi yunta le sobran bueyes.


Jto